jueves, 20 de agosto de 2009

Un inesperado y fatídico game over...









(Fotos: 1, 2, 3. Mis amigos y mi familia se ríen de la desgracia. 4. A mí no me hizo tanta gracia).

En la calle del Barco han abierto local en el que venden pizzas cuadradas. Vas ahí y pides una porción de pizza que se recorta del bloque nodriza con unas tijeras. Después lo pesan y, como la cantidad de masa es azarosa, te cobran una cantidad que tiene muchas cifras centesimales, así que te dan esos malditos céntimos microscópicos que se te pierden para siempre en las profundidades de los bolsillos. Y estos huecos que tienen los pantalones son como las cordilleras submarinas; atrapan entre sus pliegues a los galeones del siglo XVI o las cajas negras de algunos fatídicos aviones que se aventuraron a cruzar el océano Atlántico.

He pasado muchos años deambulando por estas calles de Malasaña, en Madrid, y me resultan muy familiares y quizá es el lugar adecuado para recibir noticias terribles, puesto que, para mí, todo proyecto vital suele aparecer en el entorno de estas calles y suele también morir aquí, a veces incluso años después de haber sido inventado. Así ocurrió con los energéticos Staygold Ponyboy y con mi última banda de música: los increíbles Campamento Ñec Ñec. Ambas comenzaron una noches de desvarío sobre los adoquines de este barrio y tiempo después vinieron a extinguirse sobre los mismos adoquines o, mejor dicho, a tres metros bajo el nivel del suelo, enterrados en el Freeway.

Ahora atravieso las calles y las plazas con la mirada aún desenfocada, como el que viene de un viaje intergaláctico y tiene dilatadas las pupilas por la acumulación de soles en la retina. He vuelto temporalmente de un largo viaje que me ha retenido más de un año en tierras de Abisinia. He tratado de reflejar a través de dos documentales la asombrosa historia del atletismo etíope.

Es Agosto y es Madrid. María, Guille y José están conmigo. Un día, José, regresaré de África y volveremos a hacer un grupo de punk. Un día, María, regresaré de África y tendremos una casa donde imaginaremos miles de futuros. Un día, Guille, regresaré de África y rodaremos otra película, y tú serás el protagonista.

Entonces pedimos unas pizzas cuadradas y suena mi móvil. En la pantalla parpadea un prefijo alemán.

- Miguel, ¿estás sentado o de pie?

Reconozco la voz de ultratumba de El Nota. (A decir verdad, Daniel Taye Workou es una versión semi – negra del Gran Lebowski, The Dude, El Nota…)

- Miguel, ¿estás sentado o de pie?

Daniel Taye Workou es un tío alto, bonachón. No sé para qué usa gafas porque su mirada siempre despega por encima de ellas. Es también un tipo oscuro, fan de Bob Marley y con un sentido del humor que coincide bastante con el color de su piel.

- Miguel, ¿estás sentado o de pie?

Daniel Taye Workou voló a Frankfurt a principios de Agosto en un avión de Ethiopian Airlines. Con él viajaba una bolsa que contenía: un ordenador portátil marca Macintosh, las 25 horas de grabación de nuestro documental sobre atletismo etíope en cintas HDV, unos panfletos en color de Menged, la película con la que ganó el Festival de Berlín en el año 2006, un disco duro portátil marca Lacie y un paquete de pañuelos de papel de marca italiana. Daniel Taye Workou cogió un tren que le tenía que transportar desde la ciudad de Colonia, en Alemania, hasta la ciudad de Bruselas, en Bélgica (Europa). El tren es rápido y sólo efectúa una parada. Daniel Taye Workou se dirigía a un estudio de edición donde se digitalizarían las cintas de nuestra película y se comenzaría una estructura y orden de montaje. Cuando subió al tren, Daniel Taye Workou identificó su asiento numerado, se acomodó, y depositó junto a él la pequeña maleta con cosas importantes. En una fracción de segundo, como si el asiento del tren hubiese transitado a escasos centímetros de un micro agujero negro, Daniel miró hacía su izquierda. El micro agujero negro se lo había tragado todo. Es decir: todo.

Los cacos belgas son extremadamente sigilosos. En una centésima de segundo pueden robarte más de año de trabajo e ilusión. Ya no hay documental, amigos, se desvaneció, se esfumó, se volatilizó. Así como vino súbitamente a nuestras mentes un día de abril, hace algunos años, flotando desde la laringe del escritor Nacho Docavo hasta nuestros oídos, así como vino, se fue. Para los oídos más rudos y para los niños y niñas que se asoman ocasionalmente a este blog: las cintas, las únicas cintas del documental han sido robadas. (Por cierto, sabed que si en vuestro duermevela nocturno frente a la televisión veis algún día extraordinarias imágenes que hablan sobre niñas corredoras en Etiopía, pensad que esos fotogramas un día pertenecieron al trabajo fotográfico de Israel Seoane).

- Miguel, ¿estás sentado o de pie?

Estoy de pie. No me voy a sentar; los adoquines están demasiado calientes y no quiero quemarme el culo. Mi amigo Daniel Taye Workou también está de pie. Voy a caminar hacia arriba, por una cuesta muy empinada. Mis abductores responden muy bien y me transportan, me transportan… porque son ágiles y porque hay un bar que me gusta y está sólo a cinco minutos.

martes, 30 de junio de 2009

Desde Mozambique.













(Fotos: 1. Parte del Equipo de Rodaje en Bekoji. 2. Estadio Nacional. 3. Bekoji Bowling Team. 4. El jefe de todo esto. 5. Sala de conferencias Joaquim Chissiano.)


Es verdad, hace mucho tiempo que no escribo. No era fácil. El acceso al blog desde Etiopía había sido borrado de la existencia. Llevo un año viviendo en Addis Abeba pero ahora estoy en Mozambique, encerrado a cal y canto en el centro internacional de conferencias Joaquim Chissiano, que tiene un jardín muy floral. Aquí participo en lo que se ha denominado Campus Euroafricano de Cooperación Cultural. ¿Y quién es el jefe de todo este lío? Mi primo. Sí, mi primo Sergio. Y ¿por qué? No tengo ni la más remota idea. Yo estaba de vacaciones en Addis Abeba y de repente sonó el teléfono: “Miguel, nos vemos en Maputo”. ¿Pero qué me estás contando? Al día siguiente estaba, efectivamente, en Maputo y en la primera fila de la sala de conferencias, entre los peces gordos, estaba mi primo. Así fue.

Los dos documentales ya están rodados y esto me llena de alegría. El primero es sobre tres niñas corredoras de Bekoji que viajan a Addis para enrolarse en los clubes de atletismo. Lo estoy realizando junto a Daniel Taye Workou y Bira Biro Films. Para el rodaje vinieron de España Eric Uguet de Resayre e Israel Seoane y lo pasamos pipa. A estas alturas nadie duda de que Bekoji, además de ser la cantera de los mejores fondistas del mundo, es la versión etíope de ese lugar andaluz llamado Lepe. Eric e Israel sufrieron de lo lindo. Pero ahora sus estómagos son resistentes a una sopa de uranio enriquecido de corte nuclear. Fuimos a Bekoji sonrientes y luminosos, como tiroleses que van a ordeñar vacas a los picos alpinos durante la temporada de verano. Regresamos a Addis Abeba demacrados, en una caravana de vehículos lentos y sucios, cuyos parabrisas habían sido devorados por la tierra batida. Sí. El gran Solomón Bekele, el padre del cine etíope, ha vivido muchas aventuras, pero nada similar a Bekoji. Su espalda hizo crack y regresó en la parte de atrás del convoy, dentro de un vehículo denominado clásicamente “ambulancia”. Y esto fue así.

Después llegó el turno de rodar Wami Biratu. Entonces vinieron José González Morandi y Buenaventura Durall - el tío que ha hecho la peli sobre el asesino de la ballesta -, de Nanouk Films, quien se decidió a producir la película. Y bueno, ya veis, lo pasamos muy bien con el viejo durante toda una semana, hasta que su hijo Jagenma se puso un poco nervioso por el tema de la pasta... Empezó a ver como su pollo volador con alas en forma de dólares americanos emprendía el vuelo hacia otras regiones del Planeta Tierra y su sueño se desvaneció. Esperaba a Steven Spilberg rodando una película sobre su padre y, en su lugar, aparecieron dos catalanes que no se hospedaban precisamente en el Sheraton... Así es la vida. Los resultados de este trabajo cinematográfico están al caer… José y Ventura no paran de hablar de fútbol, y esto es muy aburrido, queridos amigos. Y yo digo mazo de veces la palabra mazo, así que me regañaron en mazo de ocasiones por decir mazo y otras palabras más feas, malsonantes e impropias de un amante de las letras. Gracias, papis.

Por aquí ha comenzado a llover de nuevo. Esta es la señal que dice que la Tierra ha dado una vuelta más al Sol y que está en la misma posición que hace algún tiempo, aunque probablemente la galaxia se haya desplazado millones de kilómetros hacia el sur. Llueve. Los cortes de luz llegaron otra vez, como al principio. Durante este año me asfaltaron el jardín, así que ya no se puede llamar jardín, sino “mierda”. Un día María y yo nos despertamos y habían comenzado a asfaltar el jardín. Y nunca más pararon hasta acabar con el laurel y con las plantas. Lo cubrieron todo con una fina capa de cemento. Es el precio de la civilización.

Ahora que me acuerdo tengo que ir a casa a plancharme un par de camisas. Mañana tengo una cita con la Ministra de la Igualdad; la señora Aido. Ya lo sé, pensáis que soy un tipo importante, ¿no? Voy a conferencias, mis amigos son embajadores, me puedo pedir dos porciones de pizza y todo ese rollo. Bueno, pues no os preocupéis, mi idea de felicidad es tomarme unas Fink Brau de los chinos en las calles de Malasaña, junto a mi fiel amigo Gossman. Que no se os olvide. Ya hablaremos.

jueves, 15 de enero de 2009

Exquisitas Percheces.




(Fotos: ¿Qué relación existe entre Pello Ruiz-Cabestany, Javier Nart y Tola Tadesse?)
Las últimas maletas dan vueltas y vueltas sobre la cinta de los equipajes, sin más dueño que la noche silenciosa del aeropuerto de Addis Abeba y las miradas somnolientas e indiferentes de los empleados que reponen la fila de los carritos. Finalmente la cinta negruzca se detiene y la imagen se queda congelada como si alguien hubiese pulsado el botón “Pause” de un video VHS. Vaya; así que ya me han jodido bien. También hay un tío con el que he coincidido en la brevísima conexión de El Cairo. Nos llevaron a los dos solos en una furgoneta que circulaba por las pistas a toda leche; nos recogieron de un avión, nos incrustaron en el otro y despegamos. Ahora nuestros ojos esperan con resignación que un último bulto salga milagrosamente de entre las tiras de plástico que cuelgan del agujero.

Un empleado se acerca con la actitud de consolar una muerte aún no aceptada: “Al final del pasillo está la oficina de reclamación de equipajes”. Mi compañero de fatigas agarra sus bolsas de Carrefour y puedo apreciar fugazmente el resplandor de un par de trofeos entre el plástico.

- Vaya una mala suerte, hombre.
- Pues sí porque traía unos cuantos regalos para la Navidad Etíope… Salchichón… (En español original)
- ¿¡Salchichón!? Oye, tú no serás atleta… Con todos esos trofeos dentro de las bolsas de Carrafour…
- Los he ganado en Madrid.
- ¿En Madrid? ¡Que me aspen si no estoy frente a Tola Tadesse, el campeón de La San Silvestre Vallecana y de la Great Ethiopian Run!
- Pues sí soy Tola, sí.
- Vaya, hombre, no hay respeto para los héroes.

Después de hacer nuestras respectivas reclamaciones, Tola y yo salimos al parking del aeropuerto. Él se pilla un taxi y yo otro. Nos decimos adiós con la cabeza, sin hacer halagos de ningún tipo de verborrea.

Ocho días después Le Tigre (des Platanes) abarrotan el pequeño Bateau Ivre, haciendo de sus melodías un péndulo que recorre desde los estándares clásicos de la música etíope hasta el ruido puro ruido de una cacharrería. “Por fin un grupo de punk en Addis Abeba”, le digo a Daniel Taye Workou. Me giro hacia el jardín del Bateau y entonces aparece de entre los arbustos Javier Nart, al que conoceréis por sus incendiarias intervenciones en el programa de María Teresa Campos. Javier Nart me pasa una birra, pero yo estoy harto de birras.

- ¿Qué significa etimológicamente la palabra “Etiopía”? – pregunta Javier Nart a Daniel Taye Workou.
- Viene del griego y creo que tiene dos significados: persona con la cara negra, pero también persona de ojos brillantes. ¿?


Javier Nart se toma unas pastillas que saca de un pastillero y aparenta escuchar el concierto de los franceses Le Tigre (aunque yo sé que está abstraído en sí mismo, probablemente repasando la lección magistral que acaba de dar sobre las guerrillas de Chad). Al día siguiente Maseret Argaw, Daniel Taye Workou, Teferi Debebe y yo, nos entrevistaremos con el productor Solomon Bekele, viejo amigo de Haile Gerima. Haremos planes sobre la producción de nuestra película. Después, durante el largo fin de semana, nos iremos a Bekoji en un minibús. Hay otra película etíope: Teza, de Haile Gerima. Otro momento: cuando cené con Pello Ruiz–Cabestany en el Zebra Grill de Addis Abeba. Le reproché a Pello que nunca hubiese corrido en el Kelme.